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Al asesino Fernández Larios

Juicio en Miami

La jueza Lenard Garber, del Tribunal Federal de Miami, podría hacer justicia en el crimen de Winston Dwight Cabello Bravo. El economista de 28 años, padre de dos hijas y director de la Oficina Regional de Planificación para la Región Atacama-Coquimbo, fue torturado y asesinado el 17 de octubre de 1973 por el entonces teniente de ejército Armando Fernández Larios, miembro de la Caravana de la Muerte del general Sergio Arellano Stark, que cobró 71 víctimas en el norte del país.

Diferentes tribunales de Chile y Argentina acreditaron su intervención en los asesinatos del ingeniero David Silberman, ejecutivo de Codelco y del general Carlos Prats González y su esposa, ultimados en Buenos Aires, entre otros delitos. La noche en que murió Winston Cabello, la Caravana mató a trece personas más; durante el día, una “corte marcial” ordenó fusilar a otros tres ciudadanos cuyos restos todavía no son encontrados.

ZITA Cabello Bravo, hermana de Winston Cabello, asesinado por la Caravana de la Muerte.

Las audiencias del juicio en Miami comienzan el 16 de junio, después de una ardua batalla legal de los familiares de Winston Cabello que residen en Estados Unidos, principalmente de su hermana Zita, economista y profesora de la Universidad de California. De acuerdo al sistema judicial norteamericano, la causa irrogará gastos de un millón de dólares. Podría costar más si no estuviera a cargo de Robert Kerrigan, abogado de The Center for Justice & Accountability (Centro para la Justicia y la Responsabilidad), que no cobra honorarios a la familia de la víctima.
La acusación fue presentada el 22 de marzo de 1999 en Miami, porque Armando Fernandez Larios, 53 años, reside en ese distrito desde 1987, después que se entregara a la justicia estadounidense como “testigo” del asesinato de Orlando Letelier en Washington (1976). Tres años duró el proceso previo, antes que el tribunal decidiera dar lugar a este juicio invocado por violación de dos leyes del siglo 19 contra crímenes de piratería: las “actas” de Reclamo por Torturas en el Extranjero y de Protección a las Víctimas de Tortura. La familia Cabello recurrió a estas leyes antiguas para reclamar justicia, porque las leyes actuales no lo permiten.
Las “actas” antipiratería castigan torturas y asesinatos “en alta mar”, perpetrados lejos del territorio de Estados Unidos y fueron concebidas para perseguir a criminales de guerra y piratas ocultos en este país. Esa legislación fue aplicada con buenos resultados a dos generales salvadoreños -en su condición de torturadores- residentes en Miami, quienes deberán pagar de por vida las costas de un millón de dólares del juicio, con cualquier ingreso legalmente acreditado. No se les condenó a una reparación económica inmediatamente porque alegaron ser “pobres de solemnidad”.
“Por este antecedente fue que buscamos el apoyo del Center for Justice...”, explicó una entusiasta Zita Cabello durante esta entrevista, efectuada en Berkeley. El optimismo no es gratuito, porque la decisión judicial de acoger la causa -conocida el 20 de octubre de 2002- ya fue una estimulante victoria moral para la familia Cabello.

¿QUIEN ES ZITA CABELLO?

La hermana de Winston Cabello es doctora en economía y enseña en la Universidad de California, sede Santa Cruz. La entrevista se fijó en Berkeley, una mañana de mayo. Zita Cabello llegó con su marido, Patricio Barrueto, cargada de papeles y documentación, entre otros un aviso de media página publicado por la familia en la página 3 del cuerpo C de El Mercurio el 20 de octubre de 2002. “Nos costó ocho millones de pesos llamar la atención en Chile sobre este juicio”, señaló. Dijo saber que la publicación fue conocida por el general Juan Emilio Cheyre, comandante en jefe del ejército.
Un párrafo relevante del aviso solicita cualquier información útil para la Corte Federal de Miami, de “carácter estrictamente confidencial” y “amparada por el privilegio que regula las relaciones entre un abogado y su cliente, según la legislación norteamericana”. Zita Cabello asegura haber obtenido información y testigos importantes. “Si usted desea contribuir a este caso con su conocimiento sobre Fernández Larios, puede dirigirse a Zita Cabello Barrueto, representante legal de la parte demandante, por alguno de los siguientes medios: zita@cabellofoundation.org; P.O. Box 6163, San Mateo, CA 94403 USA; Casilla Postal 50541, Correo Central, Santiago, Chile”, solicitó el costoso aviso que El Mercurio no aceptó al primer intento para publicarlo. Ese mismo 20 de octubre de 2002 hubo un acto en memoria del economista Winston Cabello en el aula magna de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile.

BUSQUEDA CON
DETECTIVE PRIVADO

El juicio en Miami tiene carácter civil. Armando Fernández Larios disfruta el privilegio de no poder ser extraditado a Chile, pero es sujeto de cualquier causa judicial en Estados Unidos, porque rehusó el programa de protección de testigos cuando se entregó a la justicia de ese país. ¿Por qué lo hizo? Zita cree que fue por soberbia, porque pensó “¿qué me va a pasar aquí?”.
La Segunda del 22 de mayo pasado dio otra “noticia” falsa: “…como se sabe, Fernández Larios está sujeto al programa de protección de testigos luego que se entregara a la justicia norteamericana y fuera condenado a tres años de cárcel”. Al día siguiente, Zita nos confirmó: “el artículo de La Segunda está equivocado. Fernández Larios nunca aceptó la protección de testigos; esa fue la razón por la cual nosotros pudimos ponerle el juicio. De lo contrario, nunca lo habríamos podido encontrar. Protección de testigos significa cambio de identidad, y nunca más se sabe de la persona. Fernández Larios vive en Miami con su nombre. Nunca cambió de identidad”.
¿Cómo hallaron a Fernández Larios en Estados Unidos?
“Contraté un detective privado que comenzó a buscarlo en 1998. El juicio tiene carácter civil porque las leyes invocadas no permiten una causa criminal, simplemente porque el delito prescribió, según la ley estadounidense. La Corte aceptó un juicio que no durará más de tres semanas. Primero debe seleccionarse el jurado, tarea que puede tomar de uno a tres días. Luego viene la presentación de testigos, cuyos interrogatorios pueden tardar hasta dos horas”.
Atestiguarán ella, expertos en la Caravana de la Muerte y testigos presenciales. ¿Quiénes? No quiso revelarlo para no dar información anticipada al victimario.
Una vez terminadas las audiencias y exposición de argumentos, el jurado se encierra a deliberar. En el caso de los generales salvadoreños ese debate tomó tres días. “Es una guerra de nervios”, advierte Zita, quien se trasladó a Palm Beach, Miami, para presenciar el juicio. No se puede predecir lo que va a decidir el jurado. Y el fallo puede apelarse a una Corte superior.
La familia Cabello se prepara a trasladarse a Miami. Desde otras zonas de Estados Unidos viajarán Elsa, la mamá, de 86 años; Manuel, el hermano mayor; Aldo, otro hermano; y, por supuesto, Zita, alma mater de este grupo familiar ansioso de justicia desde hace treinta años. Karen y otros cuatro hermanos están preparando sus maletas en Chile. Hijos, sobrinos y nietos también presenciarán este acontecimiento.
“Desde 1999 aspiramos a este juicio. A todos se nos va a trastornar la vida, a hijos, parientes, amigos, gente de Chile y de El Salvador; todos asistirán a presenciar el juicio”, explicó Zita Cabello.
Zita está convencida que la justicia triunfará en Miami. “Lo hacemos también por todas las víctimas de la Caravana de la Muerte, ya que ninguno podrá tener un juicio como éste”, explicó. “Es importante que se nos devuelva la dignidad; vamos a establecer una verdad legal. Legalmente vamos a saldar una deuda de dignidad por todos nosotros”, explicó. El propósito es demostrar el grado de responsabilidad criminal del ex oficial del ejército chileno.
Los allegados a Armando Fernández Larios alegan que éste puso todos los bienes que posee en Estados Unidos a nombre de terceros. Para la familia Cabello no es relevante, porque no persiguen una compensación pecuniaria. Se conforman con ganar el juicio moral. De todas formas, Fernández Larios quedará obligado a pagar las costas judiciales con cada ingreso que perciba en Estados Unidos por mínimo que sea. La idea es golpear donde más duele a criminales que no sienten la sanción moral: en el bolsillo

ERNESTO CARMONA
En Berkeley, California

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